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nadie barniza sino quiere ocultar algo

Mabel

Se llama igual que la boya que señala uno de los tantos barcos hundidos en el Río de la Plata. Es nauta a ultranza. Todas navegamos, pero ella es la más fanática. Es divorciada de varias “administraciones” como llama ella a los matrimonios, pero de la primera administración, tiene un hijo que un día decidió irse a vivir con el padre.

A los dos días que el nene le anunciara su decisión, nos habíamos reunido el cuarteto felicidad por que sí, en la casa de la Emperatriz. Ahí Mabel tiró la bomba. Entre empanadas y vino tinto dijo: “me quiero ir a vivir a un barco. Ahora que Gustavo se fue a vivir con el padre, puedo vender el departamento que es muy grande. Con una parte me compro un velero y con el resto un departamentito para alquilar”.

Nos callamos y nos miramos preocupadas. Al minuto reaccionamos y le preguntamos: ¿no pensaste ir al psicólogo? (Es definitivamente mucho mejor que afirmarle a una amiga que está loca).

Pero de persuasivo nada. Al día siguiente estaba buscando veleros.... Veleros con placard.
Patético.
Coti

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