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nadie barniza sino quiere ocultar algo

Los novios saludaran en el atrio I

Volviendo a Ricardo. Finalmente a la noche llamo. (la noche después que le deje los mensajitos). Diciéndome que estaba preocupado. Yo no entendía por qué tres mensajes tan graciosos causarían preocupación. El pibe respondió con algo así como que quería presentarme un amigo para que yo me pusiera de novia y él poder sentirse libre.

Yo le respondo que es libre, que se sienta libre, y que no tiene ningún derecho a pedirme a mí que arruine MI libertad para su beneficio.

El tonto insiste.

Yo insisto.

Quedó en que tenía unas cosas que hacer, pero si las deshacía se venía para casa. A los 10 minutos lo llamé, a ver si ya había desecho lo que todavía no había hecho (o algo así). Me respondió que todavía no sabía. Yo le mandé un chau pibe too late.

Pero a las dos hora yo seguía caliente. Así que hice ese llamado indigno. Ese llamado que una mujer no debería hacer jamás, pero bue que seria de nosotras si no hiciéramos estas cosas. Lo llamé y le deje en el contestador algo así como: “andate vos y los dos boludos de tus amigos bien, pero bien a la reputamadrequelosrecontraMILparió. Yo no soy el muro de los lamentos, ni psicóloga, ni la mamá de nadie. Vayan a llorar a otro lado ¿OK?

A los diez minutos suena el teléfono.

El Gallego: Estoy cerca de tu casa, ¿estas sola?, ¿puedo pasar?.
Lola: Venite bombón.

Lástima no llamó diez minutos antes.

Terminamos como a las 5 de la mañana, yo no podía dormir a esa hora. Empecé a trabajar y cuando no daba más la llamé a Cautiva para que me hiciera el aguante. Tenía que esperar que mi jefe me llamara desde Europa, entre las 8 y las 9, y no podía correr el riesgo de dormirme a las 7 porque, en mi primer sueño no escucho un terremoto, menos un teléfono.

Como si todo esto fuera poco, el boss no llamó. A las 9:15 desconecté el teléfono y me fui a dormir. Estaba tan pasada que apenas dormí tres horas. Pero no podía dejar de ir un viernes a la oficina estando el jefe de viaje, porque si me llamaba quedaba como una trucha.

Con lo que podía llegué a la oficina, pidiendo la muerte, o en su defecto, un nuevo cuerpo porque el mío ya estaba para destrucción total. Y al cerebro nunca lo pude encontrar. Aunque sospecho había quedado en el living. Pero ¿a quien preguntarle exactamente en qué lugar del living?

En ese estado, y creyendo que iba en camino a las tres horas más largas de mi vida, me la encontré en el msn a Cautiva.

Lo del Gallego ya lo sabía. Pero me quedaba la bronquita de ese llamado indigno. Le escribo: si por lo menos en el mensaje hubiese reforzado la idea de que él no tenía derecho a limitarme a mí, para sentirse libre él...

Pero Cautiva que es una genia, y mucho más los viernes a la tarde, tuvo una idea SENSACIONAL. Y requeterápida, la guacha. La tiró así, al toque (continuará)

2 comentarios

Lola -

Ya vas a ver... ESPECTACULAR !!!!
(falta poco)

San -

Argh!!!
¿y qué dijo Cautiva? =P