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nadie barniza sino quiere ocultar algo

el Ente

¿Harías cualquier cosa para olvidarte de la plancha?

Lola:

Voz en off: ¿Y por un buen polvo con el Ente?

Lola: Más todavía

A veces soy tan ridícula que me divierto conmigo misma. Resulta que esta semana con el Ente veníamos re complicados. A los dos se nos con cambiaron los horarios, y lamentablemente, pensé que nos habían acabado las noches. Así que estuvimos manteniendo sexo telefónico, varias veces. Haciendo tiempo hasta el martes que viene cuando recién podremos encontrarnos.

Se me ocurrió proponerle, para entretenernos durante el fin de semana, dejarnos mensajitos en el móvil, desde el viernes a la noche.

Cuestión es que viernes temprano me llama y me deja uno diciéndome que estaba esperando el mensaje de la mañana, que le contara que iba a hacer a la noche, y que le diera los detalles de cómo iba a estar vestida. En fin esas cosas para hacerse el coco.

Yo para armar un juego, que todavía no sabía bien de que se trataba, o no sé qué (era muy temprano) lo llamo y se me ocurre decirle, que era el cumpleaños de Mabel, (que en realidad fue la semana pasada), y que lo íbamos a festejar en su barco. Me responde: ah !!! eso esta cerca de la Costanera Sur, que buenos recuerdos de aquella noche en la Costanera Sur. (La verdad que fue una noche de locura, no lo puedo escribir porque después aparecen los censores y borran todo. El siempre dice cada vez que terminamos, “esto es una locura”, una frase que a mi me jode bastante, pero la verdad esa sí fue una locura. Y otras más también)

Y para mi sorpresa remata:

Ente: trato de arreglar las cosas a ver si esta noche nos encontramos, porque ya no aguanto más...

Lola: ¿¿’’’’’’’’’’?????. Sí. Me parece fantástico.

Corté y me pregunté: ¿Y ahora que hago?. La llamé desesperada a Mabel, para preguntarle que iba a hacer a la noche y si me podía dar una vuelta por el club. Mabel me atiende desde la terminal de autobús y me dice que se está yendo de viaje. Le digo, yo sé que esto te va a sonar disparatado, pero... y le cuento. ¿No podría ir hasta el club a la noche?, me quedo un rato en el finger y espero que me llame... La diosa me dice Loli, no te hagás problema, vos y Cautiva tienen autorización escrita para entrar al barco cuando quieran. ¡Cómo vas a esperar en el finger! Me dijo donde estaban las llaves del barco, el control remoto del televisor, y hasta que había una botella de champagne en la heladera !!! ¿Qué amigas, eh? Qué estilo !!!

Pero, transcurría la tarde y el Ente no terminaba de confirmarme su asistencia, porque no terminaba de arreglar las cosas. Y a mí, ir hasta el club, abrir el barco, para esperar algo que no sabía si iba a suceder !!!! ufff me daba fiaca.

O de imaginarme solita en el finger, sentadita, esperando un llamado que tal vez no se hiciera, sin poder reprochar nada, porque el Ente estaba convencido de que yo tenía una fiesta, no que había armado toda esta novela.... La verdad ni siquiera me pareció patético, me pareció gracioso.

Finalmente, se hizo la noche, y por suerte ya a las diez el Ente seguía sin saber como iba a zafar. Así que aproveché y le dije que habíamos cambiado de planes, que habíamos decidido ir a tomar algo a otro lugar y que se me complicaba lo de la Costanera Sur, porque no le podía andar diciendo a mis amigas todo.

Ahhhh, que alivio. Finalmente me pasó a buscar por casa “después del cumpleaños de Mabel” (que por suerte terminó temprano) e hicimos la Gran Palermo, que no es como la Costanera Sur, pero tuvo su encanto.

Lola, no aclares que oscurece

San la historia es así

Cuando el pibe se casó, la vida por esas cosas de la vida me mando al Abogado, del que me enamore no digo perdidamente, pero si bien fuerte. Lo suficiente para distraerme. Abogado me soportó por cuatro meses (tiempo crucero, es muy raro me soporten un día mas allá de los cuatro meses). Cuando me dejó, ahí estaba el Ente, recién casado dispuesto a consolarme. En todo el sentido de la palabra.

El Ente ya va por los dos hijos, que yo sepa, por ahí tiene un tercero y no me enteré, siempre soy la última en enterarme. El ritual es más o menos este: cada vez que el Ente tiene un hijo, me lo oculta, yo me entero varias semanas después. Entonces lo llamo, le dijo indignada: escucháme tarado ¿vos tuviste un hijo, y no me dijiste nada?. El siempre contesta lo mismo: ¡¡pero cuánto hace!!!. Le digo: ¡¡¡qué se yo cuanto hace !!! Le corto. Me pongo a llorar unas horas. La llamo a Cautiva y a Artista. Lo insultamos. O ellas lo insultan mientras yo lloro.

A los dias me llama y retomamos como si nada hubiera pasado.

Somos argentinos.... aunque no sé si eso lo explica del todo.

Para que hacerla fácil si la podemos hacer difícil

Un día, no hace tanto, íbamos en el auto con el Ente. Me contó algo intrascendente que no recuerdo, pero que en algún lugar me llamó la atención.

Lola: A veces, no te entiendo.

Ente: Es la idea, el día que me entiendas no me das más bola.

La fuerza del deseo: lo llamé al Ente

La fuerza del deseo: lo llamé al Ente El Gallego quedó en aparecer el viernes y me plantó, y yo aquí sin ganas de ponerme a sufrir. O si, pero por lo menos que sea en stereo. Así que lo llame al Ente.

¿Quién en el Ente? El Ente es un ente. Indefinible. Por eso una ex amiga le puso ese nombre, no recuerdo cual de ellas. Fue hace mucho tiempo cuando nos conocimos y comenzamos una relación de lo más extraña. Y de lo más pasional.

Para los que conocen Sex and the City, se lo resumiría fácilmente, una especie de Mister Big, con una gran diferencia, el mío viene sobreviviendo a todas las temporadas.

La escena donde Carrie se entera que se va a casar, cuando él se lo cuenta en un restaurante, pudo parecer exagerada. Pero mi versión de cabotaje fue tan dolorosa y por ahí un poco más patética.

Lo nuestro nunca fue un noviazgo formal. Ni fue noviazgo. No sé que lo que fue... Me llamaba todo el tiempo, me buscaba todo el tiempo, pero me decía algo espantoso “que nunca se iba a enamorar de mi”. Yo era chica y no entendía porque. Un día casi lo entiendo, cuando aparecieron esos libros de cómo conseguir marido o algo así, y leyendo el diario se hizo famoso aquello de la tercera cita. Y yo nunca tuve tanta paciencia..... Bueno igual no hubiera resultado porque el pibe decía que buscaba una Familia Ingalls y yo no. Y porque nuestra sexualidad no era la de ningún Ingalls. Pero como dice la Negra, a los hombres hay que escucharlos, porque una termina descubriendo que lo que te dijeron, al principio de la relación, era verdad.

Por ese tiempo tenia de psicóloga a la Gorda. Cuando yo le preguntaba por qué me llamaba todos los días, y por qué me buscaba tanto, si no quería algo más conmigo, la Gorda me decía “porque hay hombres que cuando se sienten muy atraídos sexualmente por alguien sienten temor a ser también dominados por esa mujer en otros aspectos de su vida, a no poder tener el control”... No sé si tenía razón, pero al menos me levantaba la autoestima.

Aunque es curioso, cuando volvimos a hablar del tema con él, y también me pasó con otro pibe, me dicen lo mismo, que sentían miedo, que yo era la que dominaba la situación ¿¿¿¿????? ..... ¿Qué dominaba qué?.... si siempre me sentí más a la deriva que una cáscara de nuez en el Océano Indico... Habrá que creer o reventar.

Como sea ahí anduvimos por años, yendo y viviendo. En mi caso tratando de olvidarlo sin éxito con otras relaciones.

Una vez, el pibe no llamó por tres semanas, me pareció raro. Más de dos sin llamarme era algo extraño. Así que hice lo que casi nunca hago: llamarlo (por insegura no por canchera, es el único tipo que me pone insegura, excepto cuando estamos desnudos, ahí es el que más seguridad me ofrece)

Lo llamo a su oficina, y su compañero me responde textual: el Ente hoy no viene se está casando.... Creo que no exagero si digo que llame veinte veces y pregunte lo mismo. No lo podía creer. Fue desgarrador. Desgarrador.

De esos días en los que uno entiende la vieja película “Verano del 42”, yo la había visto de chica, con gran entusiasmo por tratarse de ese clásico “solo para adultos”. Y no la había entendido. En mi romanticismo de los diez años, no podía entender como alguien que se acababa de enterar que había perdido al marido, decide dormir con otro.

Bueno, a mí me paso dos veces. No porque mis ex se hayan muerto. Por la forma en que me dejaron.

La primera vez en el aeropuerto de Río Gallegos, a los veinte, cuando entonces mi amante me dijo que me amaba pero que entre su familia o a mí, elegía a su familia. El que se iba desde ahí para Tucumán era él. A las cuatro de la tarde. Yo tuve que esperar mi vuelo a Buenos Aires hasta las dos de la mañana. Cuando volvía al hotel vi pasar al tren más austral del mundo. Pensé que era una puta ironía del destino. No pasaba nunca y justo me tocó a mí verlo pasar. Recorrí toda esa ciudad, tan ajena, la más fea del mundo. Que queda tan ahí donde uno tiene la sensación que en cualquier momento se cae del mapa buscando alguien que me abrace. Sin conseguirlo.

La segunda fue cuando me enteré que el Ente se estaba casando. Lloré dos días. Esa noche no pude dormir sola, por suerte pude llamar a un ex novio, quien si pedirme explicaciones me refugió en su cama, solo para dormir.

Al día siguiente, iba en mi convertible, por Buenos Aires, con el techo bajo. Protegiéndome en el calor del sol creo. Se acercó uno de esos vendedores que están en los semáforos.... No le contesté. Pero insistió. Solo levante y le mostré mi cara...No podía dejar de llorar... esa impotencia, el semáforo que no se ponía verde nunca.... Dios !!!!! ¿¿¿¿Cuánto duran los segundos????. Le quitó a otro vendedor un ramo de jazmines y me lo regaló. Me deseo suerte.

Yo pensaba que con el Ente, siempre íbamos a ser dos solteros eternos. Aunque tuviéramos otras historias. Pero aquel día creí que se había roto nuestro pacto. No. No sé que pacto. En la calentura, muchas veces uno se olvida de poner las reglas. Las relaciones sólo se parecen a los juegos. Tienen sus reglas, pero muchas veces las desconocemos, eso las hace peligrosas. Las relaciones son peligrosas. Los juegos no.

Anyway. Sentí un dolor muy agudo. Porque sentí que ya no lo volvería a ver más. Sentí que podía perder eso que solo lo pudo decir bien Federico Moura, es su canción "polvos de una relación"

Por suerte me equivoqué.

Luego o mañana seguiré contando que paso el viernes. Ahora me voy a escuchar el mensajito que me dejó el Ente en el contestador. Cien, quinientas veces.... ¿a quién le importa? Soy una mujer más.