El Ordinario y la Osmosis III
Sigo ....
Cuando lo vi, no es que me pareció gran cosa. Pero yo venía a mil y podía hablar boludeces a 2000 revoluciones por minuto (y no era cuestión de terminar hablando sola, asi que le puse pila). Y la verdad es que el flaco se cago de risa y me siguió el juego desde el principio. Así que yo me enamoré rápidamente de mi, y de la situación que había creado.
Nos subimos a su auto, me preguntó a donde quería ir. Ahí no más le mandé resolvelo vos porque yo soy librirana y odio tomar este tipo de decisiones. Ah, yo también soy libriano. Que suerte respondí, ahora nos pasamos la noche dando vueltas en el auto sin definir a donde ir. Odio tomar decisiones. Yo, no dijo él. Y terminamos comiendo una picada (una especie de tapa de fiambres y quesos, lo aclaro porque esto no esta en el diccionario que mandé) con unas cervezas en un bolichito cerca de casa.
La noche fue un show que improvisé y que el pibe siguió con mucha gracia. (La verdad que viniendo de San Isidro, el tipo pudo haber dejado a "esta loca" a la media hora)
Disparate va, disparate viene, hacia el final de la noche se armó, más o menos, un dialogo así.
Ordinario: Vos estas acostumbrada a cogerte al que queres, cuando queres, sos una mina muy avasallante.
Lola: Perdón ¿eso quiere decir que de coger ni hablar?
Ordinario: No, esta noche no. Tomamos mucho.
Lola: ¿Qué tomamos, cuánto tomamos, un par de cervezas? Ni siquiera era tequila.
Ordinario: Bueno es que yo tengo mi vida, y tengo otras mujeres. De hecho salgo con tres chicas más y además cada tanto me encuentro con mi ex mujer.
Lola: (Irónica, y sin creerle ni medio) Pobrecito..., entiendo, estás harto de ser un objeto sexual. Que vida triste... las mujeres solo te quieren para "eso".
Ordinario: No seas hija de puta, la vida no puede ir solo a tu ritmo.
Lola: Ok (ja, pensé yo, pero ni se lo insinué y le seguí el juego)
Nos vamos y subimos a su auto. Mete la mano por mi el pantalón, a la altura de la rodilla, (un jean roto), y me dice: cambié de opinión ¿vamos para tu casa?.
Lola: ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
Ordinario: Una actitud que tuviste del restaurant al auto
Lola: ¿Cuál actitud?
Ordinario: No te lo voy a decir
Lola: (Poniendo algo de dramatismo) No seas ridículo, date cuenta que puede servir para otra emergencia. Si no es por vos, por lo menos hacelo por mí.
Ordinario: No te lo voy a decir...
Arrancó el auto y camino a casa:
Ordinario: Te pareces mucho a una actriz española, pero no me sale el nombre.
Lola: Si ya se
Ordinario: ¿Cómo se llama?
Lola: Qué se yo.
Ordinario: Pero me dijiste que sabías.
Lola: No, te dije que si tengo cara de actriz española. Puede ser cualquiera..... Ahhhh, (suspiro) Aunque a mi me gustaría más ser una artista italiana... o princesa...
Ordinario: No, yo hablo de una, pero no me acuerdo el nombre.
Cuando llegamos, vió mis zapatos y me dijo ah, ya sé Penélope Cruz
Lola: Pero esa es una enana...
Ordinario: ¿Y vos por qué usas zapatos tan altos?
Lola: Por eso, porque soy alta, no una acomplejada. (Mientras pensaba para mí misma, no te lo voy a decir, pero ya lo vas a entender)
Una vez en casa, no me acuerdo si empezamos a franelear o abrí una botella de vino antes.
Lo que sí me acuerdo, es que él finalmente entendió el sentido de mis zapatos color maíz. Y tal vez no lo olvide. Ni tampoco la habilidad que tengo para usarlos.
Al revés de cualquier situación, luego de coger no se quedó dormido. Nos levantamos, seguimos franeleando y tomamos vino, prometió hacerme una parrilla en el jardín y arreglar el botón del inodoro del baño.
Me preguntó si quería ser su novia. Le dije que eso dependía de lo que Cautiva y su novio, Conde, pensaran de él.
Todo mientras me miraba, me decía y repetía: sos increible. Pero con enfasis y contento. Muy contento.
Luego se fue a su casa, pero antes me pidió que le dejara mi número de móvil en su contestador.
Entonces, llegó la hora. Me quité los zapatos, los acaricié y los guardé en su cajita.
Y me fui a dormir...
Creyendo que era el inicio de un romance...
Cuando lo vi, no es que me pareció gran cosa. Pero yo venía a mil y podía hablar boludeces a 2000 revoluciones por minuto (y no era cuestión de terminar hablando sola, asi que le puse pila). Y la verdad es que el flaco se cago de risa y me siguió el juego desde el principio. Así que yo me enamoré rápidamente de mi, y de la situación que había creado.
Nos subimos a su auto, me preguntó a donde quería ir. Ahí no más le mandé resolvelo vos porque yo soy librirana y odio tomar este tipo de decisiones. Ah, yo también soy libriano. Que suerte respondí, ahora nos pasamos la noche dando vueltas en el auto sin definir a donde ir. Odio tomar decisiones. Yo, no dijo él. Y terminamos comiendo una picada (una especie de tapa de fiambres y quesos, lo aclaro porque esto no esta en el diccionario que mandé) con unas cervezas en un bolichito cerca de casa.
La noche fue un show que improvisé y que el pibe siguió con mucha gracia. (La verdad que viniendo de San Isidro, el tipo pudo haber dejado a "esta loca" a la media hora)
Disparate va, disparate viene, hacia el final de la noche se armó, más o menos, un dialogo así.
Ordinario: Vos estas acostumbrada a cogerte al que queres, cuando queres, sos una mina muy avasallante.
Lola: Perdón ¿eso quiere decir que de coger ni hablar?
Ordinario: No, esta noche no. Tomamos mucho.
Lola: ¿Qué tomamos, cuánto tomamos, un par de cervezas? Ni siquiera era tequila.
Ordinario: Bueno es que yo tengo mi vida, y tengo otras mujeres. De hecho salgo con tres chicas más y además cada tanto me encuentro con mi ex mujer.
Lola: (Irónica, y sin creerle ni medio) Pobrecito..., entiendo, estás harto de ser un objeto sexual. Que vida triste... las mujeres solo te quieren para "eso".
Ordinario: No seas hija de puta, la vida no puede ir solo a tu ritmo.
Lola: Ok (ja, pensé yo, pero ni se lo insinué y le seguí el juego)
Nos vamos y subimos a su auto. Mete la mano por mi el pantalón, a la altura de la rodilla, (un jean roto), y me dice: cambié de opinión ¿vamos para tu casa?.
Lola: ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
Ordinario: Una actitud que tuviste del restaurant al auto
Lola: ¿Cuál actitud?
Ordinario: No te lo voy a decir
Lola: (Poniendo algo de dramatismo) No seas ridículo, date cuenta que puede servir para otra emergencia. Si no es por vos, por lo menos hacelo por mí.
Ordinario: No te lo voy a decir...
Arrancó el auto y camino a casa:
Ordinario: Te pareces mucho a una actriz española, pero no me sale el nombre.
Lola: Si ya se
Ordinario: ¿Cómo se llama?
Lola: Qué se yo.
Ordinario: Pero me dijiste que sabías.
Lola: No, te dije que si tengo cara de actriz española. Puede ser cualquiera..... Ahhhh, (suspiro) Aunque a mi me gustaría más ser una artista italiana... o princesa...
Ordinario: No, yo hablo de una, pero no me acuerdo el nombre.
Cuando llegamos, vió mis zapatos y me dijo ah, ya sé Penélope Cruz
Lola: Pero esa es una enana...
Ordinario: ¿Y vos por qué usas zapatos tan altos?
Lola: Por eso, porque soy alta, no una acomplejada. (Mientras pensaba para mí misma, no te lo voy a decir, pero ya lo vas a entender)
Una vez en casa, no me acuerdo si empezamos a franelear o abrí una botella de vino antes.
Lo que sí me acuerdo, es que él finalmente entendió el sentido de mis zapatos color maíz. Y tal vez no lo olvide. Ni tampoco la habilidad que tengo para usarlos.
Al revés de cualquier situación, luego de coger no se quedó dormido. Nos levantamos, seguimos franeleando y tomamos vino, prometió hacerme una parrilla en el jardín y arreglar el botón del inodoro del baño.
Me preguntó si quería ser su novia. Le dije que eso dependía de lo que Cautiva y su novio, Conde, pensaran de él.
Todo mientras me miraba, me decía y repetía: sos increible. Pero con enfasis y contento. Muy contento.
Luego se fue a su casa, pero antes me pidió que le dejara mi número de móvil en su contestador.
Entonces, llegó la hora. Me quité los zapatos, los acaricié y los guardé en su cajita.
Y me fui a dormir...
Creyendo que era el inicio de un romance...
6 comentarios
cautiva -
San -
En fín... leeré lo demás ^_^
lola -
lola -
cautiva -
Y? comenzo el gran romance?
San -
argh! preguntas y mas preguntas