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nadie barniza sino quiere ocultar algo

La prepotencia de lo sano I

Queria escribir sobre mi experiencia con este escritor. Pero estoy vaga.

La cuestión es que el otro dia viendo uno de esos programas que veo yo, (que te resumen en una hora tooooodo lo que paso por televisión y una ni se enteró) me lo encuentro al tipo diciendo eso "el problema de nuestra sociedad se basa en eso, en la prepotencia de lo sano, frente a lo cual, todos terminamos siendo una manga de locos" (salvo prepotencia de lo sano, todo lo demas, hay que tomarlo con pinzas proque mi me memoria es asi, metaforica o metonimica, pero de ningun manera literal)

Me puse a pensar que el primer libro que leí de él fue "Esto es cultura animal!!", y me cague de risa varios días. Empezando por la tapa de atras, era algo asi como "cualquiera que odie a los niños y a los animales.... en el fondo no puede ser malo"

Aqui va uno de los parrafos de ese libro, que saque de Internet, porque el libro era prestado y porrrrrrrrrrrrrr supuesto ya no se consigue

ESTO ES CULTURA ¡ANIMAL!

de Dalmiro Saenz



Escribir sobre uno mismo es un poco incómodo. Yo por eso generalmente prefiero escribir sobre una mesa, pero, en fin, voy a hacer una excepción y voy a contarles la historia de mi vida.



Niño aún (porque yo soy aún por parte de padre) tengo entendido, nací. Fue un parto feliz; yo llegué tarde pero llegué, me daba no sé qué no acompañarla a mamá en esas circunstancias.

Doctor, los fórceps – dicen que dijo la enfermera.
¿Qué pasa con los fórceps?
Se los dejó en la criatura.
No, no, es así – dicen que contestó el médico sin sacarme los ojos de encima, cosa que mi familia no hubiese permitido, porque mis ojos eran míos, ¡qué embromar!; en fin, el hecho es que nací, costumbre muy generalizada desde entonces, como he venido notando, hasta el extremo de presenciar yo mismo, en un reciente viaje por Arabia, multitudes enteras gritando: "¡La vida por Nasser!", a pesar de que yo les decía: "No sean tontos, si ustedes ya han nacido"; pero ellos nada. La voracidad social hoy día no tiene límites.


Mis primeros años fueron ideales para forjar el rebelde que hay en mí, pues fui un incomprendido. Tal vez por aquello de que no sabía hablar, cosa que aprendí a los tres años, después de los cuales fui un comprendido para luego con el tiempo ser un aprendido ya cumplidos los dieciocho por culpa de una denuncia hecha por el dueño de "Los dos Boulevares" que me sorprendió con las manos en la masa en el sentido literal de la palabra.



Fui juzgado por este hecho, y yo mismo asumí mi defensa. Todavía se comenta en los Tribunales mi brillante alegato.

Señor juez, el infrascripto soy yo, pero usted llámeme cripto o criptito, como me dicen en casa – empecé diciendo - . Se me acusa no de incitar a las masas como un demagogo, sino de ser incitado por éstas y de haber sucumbido a la tentación.
Lo de la masa es lo de menos – me interrumpió el fiscal -; mucho más serio es lo de la Caja.
¿Caja? – dije asombrado.
Sí, Caja.
Ah, eso..., estaba buscando una servilleta... pero no nos salgamos del tema; mire, la cosa empezó así: yo estaba parado en Callao y Santa Fe discutiendo con un amigo sobre un artículo mío titulado: "¿Fue realmente Bonavena el inspirador de El Principito?". La discusión había empezado hacía rato, usted sabe cómo son esas cosas: palabra va, palabra viene, hasta que sucedió lo inevitable: una esdrújula mía chocó contra una grave de él; fue espantoso, el suelo se llenó de letras; la hache, más muda que nunca, agonizaba en silencio; la o, partida en dos, decía: "¡Uu!"; un diptongo había quedado totalmente destruido; en fin, una verdadera tragedia para las letras, como si se hubiese muerto Borges o Cortázar o el mismo Gutenberg atrapado por su propia obra, un error de imprenta como quien dice; pero, en fin, errar es humano, perdonar divino, divino, divino, como decía mi primo el decorador aquél cuya moralidad de dudosa no tenía nada sino más bien lo contrario; casi diría que era absolutamente definida, hasta esa vez el primer día de su servicio militar cuando acusó al cabo de grosero, cosa que produjo cierto estupor, dada la idiosincrasia particular de dicho cabo, hombre susceptible al extremo según tengo entendido, quien bajo su tosco físico escondía un alma evidentemente sensitiva, pues se quedó después un buen rato callado mirando hacia abajo, empuñando la pala Linerman con que le había partido la cabeza a mi primo e inspirado tal vez la oportuna frase: "Partir es morir un poco".


Me quedé callado un rato para ver qué impresión producían mis palabras y después proseguí:

Señor juez, pido la absolución total sin que el proceso afecte en buen nombre y el honor del señor fiscal.
¿Cómo?
Sí, señor juez; el fiscal es totalmente inocente, él no estaba conmigo el día del hecho; más aún, él ni siquiera me conocía...
Pero...
No, señor juez, no admito ninguna interrupción; el fiscal es un probo funcionario, es un buen padre de familia, un hombre íntegro, intachable, que lleva con dignidad el cargo que la sociedad le ha confiado, y es por eso que pido a este tribunal la inmediata libertad del señor fiscal.
Triunfé. Ese mismo día el fiscal estaba en la calle; yo no lo pude ver porque me demoré un poco, unos cuantos años, y cuando salí ya no estaba. Desde entonces somos íntimos, nunca ha habido ni un sí ni un no entre nosotros, y ahora que pienso, tampoco un bueno o un tal vez, o un helicóptero o un zapallito, o un "¿Cómo te va?" o un "Che, con mi hermana no te metás, que es una chica de familia", o un ladrillo, o un "Mirá", o un pequeño vigía lombardo porque nunca más nos vimos.



Después de eso mi vida transcurrió prácticamente entre algodones, debido a una otitis que me obligó a llevar un algodón en cada oído por un tiempo, y que a su vez gravitaron bastante en mi educación, pues tuve que pronunciar la palabra "¿Qué?" un número excesivo de veces llegando a tomarle verdadera aversión a dicha palabra, por lo que no la uso más.



El otro día, precisamente, entré en un bar y le dije al mozo:

Tráigame un especial de jamón y eso.
¿Qué? –me dijo.
¡No diga esa palabra! –le dije, histérico-; no puedo soportalar. Mi mujer, que estaba conmigo y conoce mi problema, me decía:
Calmate, erido, calmate.
Pero yo estaba fuera de mí y como hacía mucho frío resolví entrar. Acá, entre nosotros, una vez adentro no me parecí gran cosa, pero bien decía mi abuelo: "Vale más mi en mano que Mississipi volando". Nunca supimos bien qué quería decir con esto, aunque yo sospecho a veces que no quería decir nada, porque el pobre no era muy despierto que digamos, tanto que dio tres veces el ingreso a primer grado sin mayor resultado, debiendo quedar en el jardín de infantes, hasta que años más tarde fue expulsado por comerse las tizas, los forros de los cuadernos y a veces también uno que otro sacapuntas.



Siempre llevó con gran sabiduría su ignorancia justificándola a veces con frases como ésta:

Yo lo que sé es que Sócrates no sabía nada.
Abuelito, ¿qué horas son? –le decía yo para cambiar de tema.
Para comerte mejor –me contestaba, mostrando una vez más, que con él el diálogo era prácticamente imposible.


Ya viejo, escribió sus memorias firmando con el curioso seudónimo de Amnésico. Tuvieron gran difusión debido seguramente a que salvo la tapa todo el libro estaba en blanco, y la gente lo compraba creyendo que era un cuaderno

6 comentarios

lola -

ay Holger, no pidas tener una niña, para tener una excusa....-(

bué siempre se puede hablar de ..... tengo un sobrinito que....

Pero si, conseguí varias cosas, hay una el Aleph, que tiene de todo....

es muy raro todo esto porque antes no conseguia nada ni de Andersen ni de Hedman, y el otro pelotudeando a raíz de lo de Turista volví a intentar.... y mirá me lo encontré al pibe aca (y no exagero si te digo que lo busco 3 o 4 veces al año) y sin embargo, recien ahora apareció como director de un diario por aca.

ESPERO QUE ME MANDE EL LIBRO !!!!!!!!

Ya no puedo llamarlo más, por lo menos por unos meses....

Holger -

De Andersen hay mucho en la red. Ahora se cumplen años de su nacimiento y la editorial Anaya ha publicado todos sus cuentos en 4 volúmenes preciosos, ilustrados y con una introducción biográfica, literiaria... Yo se los he comprado a Olivia!!! Qué bueno tener esta niña para tener una excusa!!!

lola -

Si Holger, viene de lejos y no sé por qué. Imaginate que andar buscando Juan Destripaterrones para reelerlo a los 12 o 13 años, no es de culta o inteletual.... que sé yo se re una romántica.... y una despistada, porque alguno los pierdo, asi que es mi responsabilidad. Otros no, me lo prestaron como este y lo devolví, otros los he prestado no me los han devuelto y de nuevo a buscarlos....

exodo -

Mientras espero una respuesta diferida por unas anginas ¿o era faringitis? acudo furtivamente a verte en forma de bit digital.

Holger -

Muy divertido, lola. Oye, y esta cosa tuya de leer libros que porrrrrrrrrrrrr supuesto ya no se consiguen, ¿viene de lejos?

lola -

ahhh si hay una frase de esto que lei hace mil años que uso mucho " yo estaba fuera de mí y como hacía mucho frío resolví entrar"